En el siglo XVI, la casa de Austria subió al trono español. Cataluña luchó por conservar sus leyes e instituciones ante una monarquía marcadamente absolutista. El conde duque de Olivares, el valido de Felipe IV, fue especialmente agresivo con Cataluña al querer que ésta se sometiera al estilo y las leyes de Castilla.
Al principio del siglo XVI, Cataluña conservaba sus propias leyes, privilegios e instituciones, hecho que limitaba absolutamente el poder real. No obstante, se encontraba en una situación demográfica y económica muy debilitada. Y éste fue el origen del conflicto permanente entre las autoridades institucionales de Cataluña y el rey: por una parte, la limitación en la autoridad real y, por otra, la exigencia creciente de subsidios a las Cortes.
El recientemente instaurado Consejo Supremo de Aragón era el organismo puente entre rey y su representante en el reino, el virrey. Este mecanismo de gobierno era el vínculo, en tensión permanente, de Cataluña con el imperio hispánico. El conflicto aumentaba a medida que la voluntad real se veía estorbada por las leyes y las instituciones de la tierra.
Después de un siglo y medio de penas, se inició una recuperación económica en el campo, donde la integración de las masías más anticuadas y la consiguiente ampliación de terreno de las explotaciones empezaron a dar sus frutos. El comercio y las manufacturas, sobre todo de tejidos, también se recuperaron y, a pesar de la prohibición de comerciar directamente con América, los mercaderes catalanes encontraron vías alternativas para hacerlo.
No obstante, la relativa prosperidad coincidió con la difusión del bandolerismo por todo el territorio. Entre los bandoleros había campesinos marginados y nobles rurales empobrecidos que se agrupaban en pelotones afiliados en torno a dos bandos mayores: los ‘Nyerros’ y los ‘Cadells’. Pero la adscripción real a estos dos grandes partidos no es muy clara. Lo cierto es, sin embargo, que este fenómeno canalizó el descontento económico y social, a pesar de la incipiente recuperación, que afectaba a diferentes estamentos sociales, privilegiados y pueblo bajo.
Paralelamente, la Generalitat, durante los siglos XVI y XVII, actuó plenamente como órgano de gobierno del Principado, garante de unas constituciones y leyes ante los monarcas de la Casa de Austria. Con Felipe III y Felipe IV, las dificultades económicas de la monarquía llegaron a su punto más crítico y fue durante el reinado de este último cuando el malestar de los catalanes y de sus instituciones finalmente estalló. Uno de los protagonistas principales de la agresividad real hacia Cataluña fue el valido de Felipe IV, el conde duque de Olivares, artífice de una política centralizadora y del sometimiento de Cataluña al estilo y las leyes de Castilla. Los parámetros políticos del monarca y el conde duque eran completamente diferentes de los de las instituciones catalanas.
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